en busca de méxico
rosina valcárcel
---No sé qué dioses o diablos nos llevaron a la tierra mexicana.
Una de las primeras memorias:
--Tras cuatro horas en la escuelita, al volver a casa teníamos un hambre de lobos. Y Matilde y Dolores, las chinas poblanas, dirigidas por mamá habían preparado frejoles negros, tortillitas de maíz, guacamole y chilito no tan fuerte. Con ello preparábamos dos taquitos cada uno.
El apetito de cualquier escolar de los primeros años no era fácil de engañar. Pero ahí mis amores y yo íbamos gozando lo que había y sin mayor queja. Gustavito casi místico comía taciturno. No decía esta boca es mía. Yo, pensaba: ---¿Y esto es todo? Pero iba echándole mano a lo que teníamos en la mesa. Xavier, era buen pobre, a veces. Y Marcel era tan pequeñito que no podía decir nada. Pero los hermanos teníamos una sensación sicológica de vacío, desgarramiento, marginalidad.
Afuera un sol generoso nos regalaba unos rayitos, y un arcoíris surgía y con sus colores violeta, naranja, acero, azul, jugábamos saltando en el umbral de la calle.
27 diciembre de 2018, 2: 35 am. Lima.